jueves, 19 de diciembre de 2013

11:55 a. m.
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Antes de empezar este artículo, tengo que dejar en claro que yo no soy ningún misógino que intenta atentar en contra de las libertades y derechos de las mujeres. Así que amigas mías, guarden sus navajas. Dejen el revuelo para otra ocasión.

He notado, a lo largo de mis 21 años de existencia, que vivimos en un mundo regido por una ideología patriarcal. No puedo asegurar que esto sea igual en un contexto global, porque no me ha tocado experimentar mucho fuera de mi burbuja mexicana, pero supongo que a cierto grado lo es.




Desde la compra de una membresía de algún club, hasta la búsqueda de una oportunidad laboral o a la hora de emitir una opinión. El sistema favorece injustamente a los hombres. Eso es innegable.

Existen distintas organizaciones que luchan en contra de esto y promueven una supuesta equidad de géneros. Como el sistema generalmente favorece a los hombres, estas organizaciones aportan soluciones a los problemas que enfrentan las mujeres día con día y se les denomina como feministas.

Entonces el feminismo, en papel, parece algo muy positivo ¿cierto?

No voy a negar los beneficios que buscan alcanzar estas organizaciones. Generalmente, fuera de la soberbia que puedan adquirir algunos de los miembros, se persigue un bien común.

¿Entonces cuál es el problema del feminismo?

El problema de este movimiento recae en el enfoque con el que intentan resolver estas injusticias. El defecto del feminismo se encuentra en su misma nomenclatura: “feminismo”. Dicho término da por hecho que las injusticias solamente se presentan de un lado la ecuación de géneros. Y eso es falso.

Como ya lo mencioné antes, el contexto actual es patriarcal, por ende la mayoría de las faltas se dan en contra de las mujeres. Sin embargo, el otro lado también se lleva su tunda en cuanto a la falta de oportunidades en ciertos aspectos de la vida.

Ejemplos de esto hay muchos, la preferencia por las mujeres en la custodia de los hijos a la hora de un divorcio, la diferencia en tiempo de las sentencias entre géneros al cometer el mismo crimen, el desbalance en la comercialización de campañas que apoyan exclusivamente a problemas femeninos contra masculinos (cáncer de mama vs. cáncer de próstata, por ejemplo). Vaya, hasta la circuncisión al nacer en los hombres es un problema que las mujeres no tienen que enfrentar.

No es por nada, pero no soy muy fan de que corten parte de mi cuerpo, sin mi consentimiento, por algún ritual religioso.

Está indiferencia que presentan estos movimientos feministas a los problemas mencionados anteriormente, es lo que evita que yo me acabe considerando como parte de los mismos.

Es absurdo pensar que se puede alcanzar un trato igual para hombres y mujeres cuando solo se despejan las variables de un solo lado de la ecuación. Y como la palabra “machista” (ojo, no estoy diciendo que machismo y feminismo sean equivalentes) está tan satanizada en la actualidad, la única alternativa viable para alcanzar la utópica equidad, se encuentra en el perfeccionamiento del termino "feminismo".

El feminismo, actualmente, NO es un término central entre el hembrismo y el machismo. Es un término que tiende más al centro que estos dos últimos, pero no está ahí todavía.

Por eso creo yo, que el feminismo es un movimiento defectuoso y para corregirlo se debe comenzar cambiándole el nombre por uno que refleje más la tendencia centralista que presume representar.

¿Qué piensas tú?

@robertoamtz
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