lunes, 10 de junio de 2013

4:59 p. m.

Al cabo que ni quería mi Artículo 40. Es una vergüenza que una figura política utilice su posición de alcaldesa para dirigir un show fanatista y entregar a su ciudad a una religión. El problema no es que Margarita sea católica cristiana o religiosa, el problema es que atiende a estos eventos en un contexto político, como autoridad, ejerciendo su título de alcaldesa. Al hacer esto, habla en nombre de TODOS los regiomontanos y les mete su religión por el... ¿Y mi gobierno laico? ¿Y la separación entre el Estado y la Iglesia? ¡Vámonos de regreso a la Edad Media!
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