martes, 9 de julio de 2013

3:44 p. m.
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Me gustaría comenzar esta publicación definiendo el concepto de ídolo. Un ídolo es aquella persona que es admirada por la gente; que es idolatrada. ¿Pero por qué la idolatran? Puede ser por distintas razones que varían entre las más superficiales como la belleza y la apariencia física, hasta las más profundas como la apreciación por su arte o su intelecto. Pero como las primeras razones se me hacen completamente ridículas y yo soy un creyente de que esta supuesta idolatría tiende a ser pasajera, me voy a concentrar solo en las segundas colijas que enumeré.

Habiendo dicho eso, cada quien define a sus propios ídolos. Estos ídolos no necesariamente toman ese lugar en nosotros porque son buenos en lo que hacen, lo toman porque son vistos como una extensión de nosotros mismos; las personas “ordinarias”. Nosotros elegimos a nuestros propios ídolos porque nos vemos proyectados en ellos.
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Ahora para ser un ídolo, uno tiene que ser visto por la gente, tiene que estar sujeto a mucha atención para hacerse notar en el dialogo social. Antes, esta atención solo se lograba con la presencia en medios importantes o el respaldo de grandes empresas como disqueras, canales de televisión, estaciones de radio etc… Rara vez encontrabas a alguien que alcanzaba la fama siendo totalmente independiente.

Hoy en día, muchas cosas han cambiado. Aunque sigue ayudando el tener esta presencia o respaldo de los medios hegemónicos, ya no es indispensable ser la mascota de alguna compañía de renombre para alcanzar un cierto nivel de fama o reconocimiento social. Cabe mencionar que siempre existirá este camino fácil de estar ligado a una compañía importante, para alcanzar cierto tipo de reconocimiento. Pero con la inclusión de la variable Internet, estos fantoches comerciales (hay excepciones) están compitiendo directamente con los creadores independientes que se popularizan solo gracias a su talento. Y ahora más que nunca el talento es lo que debe predominar.

¿A qué voy con todo esto? El talento existe, siempre ha sido así. Sin embargo, en el pasado este talento era rara vez recompensado con reconocimiento cultural y un estatus merecido de idolatría. Muy poca gente podía vivir de su arte y los que lo hacían, vivían con una rebanada demasiado grande del pastel del éxito. Ahora, con la inclusión de las redes sociales y realmente de cualquier plataforma web, esto es lo que está cambiando.

El Internet no modificó el espectro de la idolatría, este sigue intacto, solo diversificó. El pastel es el mismo, solo que se está cortando de diferente forma y ahora existen más pedazos de tamaños similares que se pueden dividir entre más personas.

Yo estoy convencido de que en el futuro vamos a tener cada vez menos súper estrellas adoradas por millones y millones de personas y que su lugar lo tomarán más talentosas figuras con una audiencia que ronde entre las miles y miles de personas. Quizá esto no parezca algo muy positivo, pero lo es; ya que significa que van a existir más talentosos creadores de contenido que estarán viviendo una vida acomodada y sustentada por su propio arte.

Para nosotros como consumidores, estas son más que excelentes noticias porque quiere decir que tendremos más de donde elegir a nuestros propios ídolos que influirán y ayudarán a definir el sentido de nuestra vida. ¿Qué piensas tú?
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